miércoles, 6 de julio de 2011

Pequeña anotación sobre el racismo

Nunca me he considerado racista. Sin embargo, sí me he hecho a veces la siguiente pregunta: ¿por qué la raza blanca (y en otros tiempos, localmente, la amarilla) ha dominado el mundo? Inmediatamente después de plantearla me doy cuenta de que es una pregunta con connotaciones racistas, pues aunque su motivación no sea el racismo, parece que éste es su respuesta inmediata o al menos, el primer pensamiento que se nos viene a la cabeza. Digo nos porque conozco a más personas que se han preguntado esto y cuya primera impresión ha sido racista. Entonces, ¿la raza blanca es más inteligente, o más algo, que el resto de razas? La respuesta es no. Muchos pensadores de izquierdas, anti-racistas y cerrados de mente me dirían: ¡Pues claro! ¿Eres idiota o qué? ¿Cómo se te puede pasar algo así por la cabeza? Sin embargo, lo que yo busco es una explicación lógica, ajena a un ideal.

Eso es lo que proporciona el Pulitzer Jared Diamond en su libro Armas, gérmenes y acero. Diamond reconoce al comienzo del libro que él es antirracista. Lo interesante es que el no-racismo no es la tesis del libro, sino una de las conclusiones que se desprenden de él a medida que se avanza su lectura. Diamond desgaja poco a poco la historia de la humanidad, describiendo minuciosamente cómo surgieron las civilizaciones a partir de la agricultura, y cómo ésta llevó a complejos sistemas políticos, a la ganadería, y esto a su vez a las armas, los gérmenes y el acero, y esto a su vez a las grandes conquistas... Pero recapitulemos. ¿Qué tiene que ver todo esto con el racismo?

Diamond, apoyado solamente en los datos históricos y arqueológicos verificados en el momento de su estudio y explicando, cuando se da el caso, teorías encontradas sobre un mismo tema, se pregunta por qué esos procesos que llevaron a la civilización sucedieron en algunos sitios de manera original, en otros tras el encuentro con los primeros y en otros nunca hasta la llegada de los conquistadores europeos en épocas relativamente recientes, y por qué esas civilizaciones surgieron en tiempos históricos tan dispares. Su argumentación, perfectamente lógica, pasa por una serie de factores contrastados físicos, geográficos y biológicos, pero no culturales (en cuanto a grandes grupo de gente); es decir, las distintas razas se desarrollaron de manera diferente por causas ajenas a ellas mismas, que tenían que ver con el lugar que habitaban. De la idea anterior se desprende que las razas no son per se superiores unas a otras, y por tanto el racismo, en cuanto a este aspecto, deja de tener sentido.